sábado, 10 de octubre de 2009

¿Cómo es?




Esta pregunta puede sorprender. ¿Cómo es la "ermita del corazón"? Sin embargo nunca será ocioso ni suficiente volver al misterio de la intimidad profunda y recuperar las figuras más adecuadas para expresar "algo" de lo inefable. Es claro que todo comienza cuando nos atrevemos a "descender"... No es simplemente una alegoría, es lo más posible y real ante cualquier acontecimiento de nuestra vida. Fijémonos bien: dibújase en nuestro horizonte algún tropiezo, alguna duda tal vez, o un dolor del género que sea. ¿Dónde nos hallamos en verdad entonces? ¿Cuál es "nuestra" realidad en los momentos de confusión, de sufrimiento o de angustia? Los santos saben que nunca Dios está tan cerca como en tales ocasiones... Quiere decir que a raíz del motivo que sea podemos "penetrar" más agudamente en nuestro interior.Y no está mal "imaginalmente" VER esa dimensión en un desierto, en una gruta, tal vez en un templo, o en todo un paisaje que, efectivemante, se abre en nuestro interior. O percibir todo el cielo en el alma. ¡Cómo no! Y regocijarnos en esa soledad nueva que no tiene necesidad de viajes o de cambios inquietantes o fuera de lugar...La "Noche" es la gran ocasión de la Luz... Eso es lo que hemos de considerar y, a partir de ello, introducirnos más en el ámbito de nuestra intocable e inefable soledad, siempre abierta a Dios, cuando nos "separamos" de todo lo que no es...


1 comentario:

clara dijo...

Recordando la escuela escolástica cuando J.Escoto emitió la definición de persona cómo "La última soledad del ser". Nunca mejor que en los momentos en los que el dolor alcanza su máxima expresión, experimentamos la última soledad del ser. Allá en lo profundo de nuestra alma, donde no llegan las imágenes, ni las palabras, el ser humano experimenta el ser persona, que no es otra cosa que la percepción de la propia soledad, interioridad, identidad. Se trata de una zona del alma interior, secreta, donde el hombre debe bajar a través de las sucesivas capas concéntricas hasta llegar al centro del alma, donde habita Dios, y aquí se produce el encuentro con el Inefable. Lugar, por otra parte, donde nadie más puede penetrar, el lugar más secreto, el templo del Espíritu Santo, donde el hombre se encuentra a solas con su Dios.