El alma siente como que una ráfaga pasa dentro de ella: es el soplo de la vida divina que el Padre comunica eternamente al Hijo. Bajo esa impresión, el alma se ve transfigurada, fascinada, arrebatada hacia el que se da a ella. El Espíritu la levanta, la desarraiga de sí misma, derrama en ella luces y energias insospechadas. El alma quiere unirse, asemejarse, posesionarse de ese Espíritu que es el don de Dios. Trae a la memoria las palabras del divino Hijo en el Evangelio: "Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto".
Cara a cara con Dios. Dom A. Guillerand.
4 comentarios:
SEÑOR AYUDAME
No desesperes.Ora y confía.Practica la oración de Jesús: "Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador."
macarie.
Esa experiencia que cuentas, es maravillosa. ¿Practicas tu Hieromonje, la oracion de Jesus? ¿Llevas haciendolo mucho tiempo? He leido sobre ella, pero no conozco a nadie que la practique.
¡Es la más bella oración que pueden musitar nuestros labios!
No todo lo que debiera.
Pasa a la práctica y ella misma te irá mostrando el camino... primero pocas veces, para después ir aumentando. Si eres constante, y lo serás, tu vida será una oración contante "orad sin cesar". Será ya la oración del corazón.
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