
La voluntad es una señora que no obra sino por sí misma. Tiene servidores a los que debe comunicarles el querer que la anima, pero éstos no son siempre dóciles: la inteligencia, la memoria, la imaginación, los demás sentidos... no siempre hacen lo que les dice, debe someterlos y formarlos con paciencia y tenacidad.
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